Nords

El Living World de Timoleón el León

(Este es un resumen de la historia de Timoleon durante la primera parte de la historia de Living World. Puedes ver la versión ampliada visitando Living World y navegando por las elecciones anteriores, en la parte inferior del banner del personaje. También puedes ver el Retrato de Timoleon aquí.)

Despertando tras siglos de letargo, el viejo chamán decidió que necesitaba hacerse con el control de la Mesa Alta lo antes posible y que era necesario enviar un mensaje contundente. El Jarl Gorm fue el primero. Con su campeón Njal y su amante Astrid a su lado, el Jarl fue engañado en un desafío. Al ver que sus guerreros eran derrotados por el anciano con facilidad, Gorm perdió los estribos antes de perder también su propia vida. Arrepentido de su arrebato, Timoleon curó con hielo la mano mutilada del antiguo campeón de Gorm y le dio el nombre de Mano de Escarcha, sabiendo que la hazaña de la leyenda difundiría la noticia de su regreso más rápido de lo que él jamás podría.

Contemplando su próximo movimiento, Timoleon decidió que los chamanes hacía tiempo que habían perdido el respeto del que gozaban antaño y puso fin a los planes para la Alta Mesa. Reuniendo a sus pares, se formó un plan: expulsar a aquellos condes de importancia que escucharan a los volvas y reclamaran influencia sobre la Alta Mesa. El objetivo era reemplazar al mayor número posible de Reyes títeres de los Volva antes del comienzo del verano, cuando el más fuerte de los títeres, Gudmund, zarparía hacia el sur para invadir a los sureños. El invierno y la primavera resultaron prósperos, y los chamanes recuperaron gran parte de lo perdido. Aunque los Volva seguían ocupando algunos puestos en la Alta Mesa, Timoleon se preguntaba si ahora era oportuno un acercamiento directo, o si se podía ganar influencia sobre Gudmund a través del oro del sur.

Espoleado por los consejos de su joven coetáneo Eingar, al final Timoleon buscó el dorado apoyo del gremio de mercaderes de Hanse. Para conseguirlo, sin amenazar su neutralidad, navegó hacia el sur desde la ciudad mercantil de Kaupannhoff y cruzó el mar, hasta las tierras de los Hijos del Fuego. Allí visitó Riimburgo, donde gobernaba la reina Iselinn Sandor, con un pie en el Cónclave de los Reinos y otro en los Tings del Nords. Sacudido por el mundo cambiado que encontraba a cada paso, el viejo chamán optó por adaptarse y siguió la etiqueta sureña para con la Reina. Agradecida por su gesto, la Reina organizó una reunión privada, lejos de las miradas indiscretas del sur y el norte, ambos en su Corte.

Durante su conversación, Timoleon llegó a reconocer el valor de la reina. Ofreciéndole una alianza entre él y su reino, le reveló que pretendía alejar a los Nords del camino medio de noble barbarie que parecían decididos a seguir. Anunció a la Reina que se avecinaba una guerra para Mannheim; una, sin embargo, que no llegó a nombrar ni describir. La Reina, impasible ante profecías vagas pero respetuosas, exigió planes más tangibles y Timoleón la obligó: buscaba influir en la Alta Mesa. Su oro le permitiría decidir el destino de Gudmund, que había invadido y pasado el invierno en Riismark, sus guerreros podrían proporcionarle apoyo en caso de que estallara la guerra en Mannheim, mientras que su posición como Reina de los sureños podría ayudar a proteger Mannheim de los Reinos. Lo que le ofreció fue la cooperación y el apoyo de la Alta Mesa, permitiéndole ser el principal contacto entre Mannheim y los Reinos; y todo lo que eso significaría para el comercio de su Reino. Aceptando, Iselinn ofreció su barco del orgullo, la Estrella del Norte, al chamán que decidió usarlo para una muestra de poder y apoyo mientras navegaba hacia la ciudad del Alto Rey, Aarheim.

Una vez en Aarheim, Timoleon no perdió el tiempo. Asegurándose de que tanto él como la Estrella del Norte eran vistos navegando hacia el puerto, partió inmediatamente hacia la Casa Larga del Alto Rey, dejando el menor tiempo posible para que sus enemigos reaccionaran. Una vez allí, sin embargo, le esperaba uno de los Volva: Astrid, antigua compañera del jarl Gorm antes de que Timoleon lo matara. En un intercambio de palabras bajo la mirada de la multitud, Astrid cuestionó las intenciones del chamán. Le acusó, afirmando que su mera existencia y presencia destinaba a los Nords al mismo destino del que él y sus chamanes afirmaban querer protegerlos: que los dioses les robaran su destino. Mientras la multitud dividida en creencias seguía reuniéndose, ella sugirió que la única solución sería que él la abrazara, un signo de paz entre Volva y los chamanes. Timoleon accedió, pero no antes de deducir que el gesto carecía de todo sentido. Astrid no hablaba en nombre de los volvas, como tampoco él hablaba en nombre de ningún dios. Juntos, entraron para reunirse con el Alto Rey.

Regocijados por lo que habían presenciado, una multitud celebró con hidromiel y cerveza lo que habían presenciado: la paz entre chamanes y volva. Entre ellos estaba Njal Frosthand, fiel seguidor de Timoleon. Permitiendo que sus compañeros celebraran, no alimentaba ilusiones: la paz no era más que efímera. Ningún amanecer en Mannheim había traído la paz. La guerra entre los volva y los chamanes era inevitable, un enfrentamiento por el futuro, la almade la Nords.

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