Entre los más altos rangos de los Linajes, ya no se espera realmente que ninguno arriesgue su vida, y mucho menos por algo tan simple y trivial como el combate. Los guerreros elegidos de los Linajes del Soberano se pasean por el campo de batalla proyectando con seguridad su conciencia en sus Avatara: extravagantes creaciones adornadas con todo tipo de ornamentos y mejoras biománticas, cuyos esbeltos y andróginos cuerpos no reflejan la velocidad y el poder que pueden alcanzar. Sin apenas riesgo personal y con la mínima habilidad necesaria para convertirse en un enemigo letal, muchos vástagos de los Linajes han optado por decorar sus Avatara de la forma más ostentosa posible, ya que las envolturas corporales los han convertido en asesinos tan competentes que el recuento de los enemigos abatidos ha dejado de ser un método práctico para distinguirse. Hasta la fecha, sólo los Linajes que descienden directamente del Soberano han mostrado la capacidad de desplegar Avatara sustitutos. Si alguno de los miembros del Directorio o de los Linajes menores posee esa capacidad, la mantiene bien oculta, pues sabe que el Soberano no se detendrá ante nada para asegurar su destrucción, como ya hizo cuando se desplegaron los sustitutos por primera vez.