Con la muerte de Otón IV, el último emperador, el destino del Imperio parecía sellado. La nobleza utilizó el Cónclave Imperial, convocado por el propio Emperador, para amordazar a las Órdenes, encadenar a la Iglesia y disolver las Legiones. Sin estos bastiones de la fuerza imperial, nadie tendría poder para desafiar sus pretensiones. El Imperio estaba condenado, nunca volvería a amenazar el dominio de los nobles... o eso creían. La realidad no era tan sencilla y la idea del Imperio demostró ser mucho más resistente de lo que sus enemigos contaban. A medida que la situación se descontrolaba, la supervivencia del Imperio se redujo a la fatídica decisión de la Legión de Acero.
Cuando el Cónclave Imperial les ordenó que se disolvieran, la Legión de Acero se negó en redondo. Acamparon en los Campos Klaean de Argem y anunciaron que la capital del Imperio y todos sus visitantes estaban bajo su protección. Reticentes, o incapaces, de desafiar a la Legión individualmente, las Casas nobles retrasaron su respuesta y las cabezas más calmadas pudieron prevalecer. Argumentaron que el problema no radicaba en el Imperio, sino en el papel del Emperador. En ausencia de un Emperador, ¿qué más podía querer la nobleza del statu quo actual? La respuesta, por supuesto, era el Estado Imperial.
Todos los nobles codiciaban la riqueza y la influencia que se derivaban del título de Emperador, pero, incluso más que codiciarlo, temían que cayera en manos de sus oponentes. Así, en un compromiso de inspiración única, las avezadas mentes políticas de la nobleza que asistía al Cónclave Imperial llegaron a un acuerdo que no complacía a nadie, pero que satisfacía a todos: el Estado Imperial sería gestionado por el Chambelán Imperial hasta que se pudiera elegir a un nuevo Emperador, cuya integridad, y neutralidad, estarían garantizadas por la Legión de Acero y el Cónclave Imperial.
A día de hoy, los Restos Imperiales siguen prosperando, financiados por la inmensa riqueza del Estado Imperial. El Chambelán conserva el control sobre la Casa de la Moneda y su Legión Dorada, así como sobre los Colegios y las Cortes Imperiales. Aunque el Cónclave Imperial ha despojado a los nobles de su capacidad para dictaminar sobre delitos graves, los Tribunales Imperiales siguen dictaminando sobre casos menores, concediendo a los plebeyos la oportunidad de un juicio justo, siempre que puedan presentar una petición.
El Chambelán también cuenta con los servicios del Cuerpo Imperial de Guardabosques para garantizar la inviolabilidad de las lejanas propiedades del Emperador. A menudo prestan sus servicios a las casas imperialistas leales cuando se les necesita, y también sirven como ojos y oídos del Chambelán para las tierras más allá de su influencia directa. Además, ha fletado la temida Legión de Acero para defender los intereses materiales del Estado ante agresiones nobiliarias. Esto ha convertido a la Oficina del Chambelán en el mayor empleador de la Legión de Acero, aunque sigan complementando sus ingresos con contratos externos, siempre que éstos promuevan los intereses del Imperio.
Por último, el Chambelán tiene el deber de acoger y presidir el Cónclave Imperial cada cuatro años, una reunión de la nobleza y los líderes del Hundred Kingdoms, para discutir asuntos de Estado que van desde el comercio y las disputas fronterizas hasta la elección de un nuevo Emperador. Aunque el Imperio lleva más de cien años sin que ningún candidato se acerque a la elección, sigue siendo un acontecimiento trascendental en el que los potentados de todos los reinos se reúnen durante quince días de desenfreno, política de poder e intrigas.
La Oficina del Chambelán pasó rápidamente de ser un cargo directivo proscrito a convertirse en una fuerza poderosa en la realidad cotidiana del Hundred Kingdoms. Al explotar los títulos y propiedades menores que antaño poseían los Emperadores para asegurarse votos, ejerce una influencia significativa en el Cónclave Imperial, donde su posición neutral actúa no sólo para proteger las Instituciones y la Propiedad Imperiales, sino también como elemento contra los elementos más extremistas que buscan socavar el legado Imperial. Cuando incluso estos métodos sutiles resultan inadecuados, puede recurrir al poder militar de las dos mayores fuerzas de combate del Hundred Kingdoms, las dos Legiones Imperiales restantes, así como al Cuerpo Imperial de Guardabosques y al ingenio de las Escuelas de Guerra Imperiales.