Dweghom

El ascenso de Ragodosh, el Rey Cara de Piedra

Antes de que existiera el Rey Cara de Piedra, el inquebrantable y obstinado Raegh de Ghe'Domn, sólo existía Ragodosh, del clan Gwerhygsûn. La ascensión al poder de Ragodosh comenzó como toda buena historia: encendida en el crisol de gloriosos combates y posteriormente templada por los sangrientos detritus de batallas mayores. Ghe'Domn -una fortaleza conocida por albergar a varios clanes bajo el mismo techo- no siempre tuvo el lujo de ser gobernada por un líder digno: para alcanzar la posición de Raegh en una fortaleza Dweghom, primero hay que reunir a los Aghm adecuados, y en la larga historia de Ghe'Domn hubo épocas en las que no se encontraban tales individuos. El ascenso de Ragodosh a la prominencia comenzó en medio de esos tiempos inestables y sin líderes, en los que la fortaleza de Ghe'Domn no tenía un Raegh que dirigiera a sus habitantes y, como resultado, las tensiones entre los clanes estaban en su punto más alto.

Para resolver las tensiones y discusiones entre clanes, los numerosos Dhaens, los jefes de clan de los inusualmente numerosos clanes de Ghe'Domn, habían acordado un gran combate de gladiadores. En la sala del trono central de la fortaleza, que permanecía sin un ocupante vivo y albergaba las ruinas del primer Raegh y fundador de Ghe'Domn, Anaghallosh, los guerreros de cada clan luchaban para resolver las disputas en nombre de su clan. Para el clan Gwerhygsûn, Ragodosh fue considerado digno de luchar como uno de sus campeones: el joven, en aquel momento, guerrero era conocido por su increíble fortaleza física y resistencia a la batalla, lo que lo convertía en una incorporación notable entre los guerreros reunidos, pero no en el favorito. Al principio del evento, Ragodosh superó a sus oponentes con su estilo de lucha metódico y reservado, sin excederse nunca ni sucumbir a la teatralidad de los gladiadores y desgastando a sus enemigos poco a poco, ablandándolos antes de asestarles el golpe final.

A diferencia de los demás duelistas que luchaban en este combate a varios niveles, Ragodosh nunca alardeaba ni mostraba su sed de sangre a la multitud congregada; de hecho, el campeón del clan Gwerhygsûn rara vez emitía sonido alguno cuando luchaba, algo que hizo que muchos observadores lo tacharan de extraño. Cuando otros se afanaban y gruñían en medio del fragor de un combate de gladiadores, Ragodosh parecía casi escultural en su letalidad y estilo de lucha; sus rasgos no mostraban tensión ni esbozaban emociones, siendo en su mayor parte impasibles e inmóviles. Circulaban rumores de que este guerrero del clan Gwerhygsûn tenía, de hecho, un rostro de piedra, una característica, especulada por algunos, que llevó a la creación de su infame título muchos años después.

En el tercer día del evento, Ragodosh se encontraba entre los que aún podían luchar y debía enfrentarse a continuación a un campeón del clan Temhoksûn: Belmortan. Belmortan, según todos los indicios, era un guerrero de inmensa fuerza y destreza, que había dominado a todos sus oponentes y era el favorito para ganar el gran evento de combate dentro de Ghe'Domn. El sanguinario guerrero había sido un claro favorito a la corona durante las dules, llegando incluso a matar a algunos de sus oponentes, incluso cuando era el claro vencedor y estaban al borde del colapso. A ojos de todos, Ragodosh -el extraño y silencioso guerrero del clan Gwerhygsûn- estaba a punto de encontrar su fin a manos de un enemigo aterrador.

El duelo comenzó como se esperaba: Belmortan utilizó su poderosa pica de guerra para arrollar a su oponente, desatando una ráfaga de golpes a la velocidad del rayo que pretendían abrumar a su oponente. Ragodosh se mantuvo a la defensiva al principio, utilizando su escudo y su cuerpo acorazado para absorber la mayor parte del castigo que se desató hacia él. Los huesos se resquebrajaron y la carne se rompió y magulló, pero Ragodosh se mantuvo en pie a pesar de todo. Con el tiempo, Belmortan se volvió lento y cansado, sintiendo que sus músculos se volvían más pesados con cada golpe; fue entonces cuando Ragodosh encontró su oportunidad, estrellando el asta de su hacha contra el cráneo del enemigo con un golpe certero que hizo que el temido Belmortan se desplomara como un autómata impotente. Recogiendo la ensangrentada pica de guerra de Belmortan, Ragodosh la alzó sobre su enemigo derrotado, pero se limitó a plantarla junto a su cabeza en lugar de conceder a Belmortan la misma piedad que había mostrado con sus enemigos. Volviéndose hacia los Mnemancers, un jadeante Ragodosh esperó pacientemente a que asintieran para confirmar su victoria, pero su enemigo derrotado tenía otros planes. Mientras Ragodosh caminaba hacia el centro de la arena para ser declarado vencedor, Belmortan, mareado, tambaleante y desesperado, cogió su pica de guerra y se apresuró a atacar por la espalda. Agotado, Ragodosh tenía pocas fuerzas y ningún arma para defenderse, pero sus compañeros de clan sí, y una espada voló desde los balcones para clavarse en el pecho de Belmortan. Entonces, se desató el infierno. Dos parientes de Belmortan saltaron desde los balcones de la arena, gritando que el clan Gwerhygsûn había hecho trampas y se apresuraron a matar a Ragodosh, y Gwerhygsûn respondió del mismo modo.

A partir de ese momento, las cosas se intensificaron como siempre ocurre con el Dweghom. Uno tras otro, los clanes lanzaron a sus guerreros a la arena, poniéndose del lado de uno u otro o simplemente a favor de que se hiciera con el Aghm. Durante dos semanas duró este caos, ya que clan tras clan decidieron resolver sus disputas en masa. Y durante dos semanas, Ragodosh permaneció en medio de la arena, rodeado de su clan, esperando a que los Mnemancers confirmaran su victoria. Nunca lo hicieron, porque nunca tuvieron que hacerlo. Cuando al final de las dos semanas repartieron a Aghm en función de las hazañas que habían presenciado, pocos dudarían de su valía.

Hay que señalar que Ragodosh no fue declarado Raegh tras aquellos acontecimientos. Aunque la Memoria de la Pequeña Guerra lo marcó para la grandeza, pasó más de medio siglo antes de que los clanes lo elevaran a esa posición. Durante esas décadas, demostró no sólo Aghm y destreza en la batalla, sino la capacidad de inspirar, permanecer sereno y responder a los desafíos sin bravuconadas ni crueldad, pero con una eficacia incuestionable. No fue hasta el insulto de la insurrección del Thane del Fuego, Alekhaneros, que se cuestionó su gobierno, y a ese desafío también, la mayoría cree que responderá de la misma manera, fría y eficiente.

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