...si bien es cierto que la Biomancia puede permitir a sus practicantes alcanzar el pináculo de la sociedad de la Espira, no todos son considerados dignos de estas elevadas aspiraciones. Los relatos de las tribus sugieren que el talento y la disciplina se consideran factores determinantes en el progreso de un Biomante, pero los peligrosos juegos políticos a los que juegan el Directorio y la Corte pueden hacer que un Biomante sea exaltado más allá de sus verdaderos medios... o aplastado a pesar de su talento.
La Feromancia representa la forma más baja de Biomancia practicada por los Spires, ya sea por falta de habilidad o por restricciones impuestas. La teoría predominante sugiere que mientras los Biomantes utilizan sus dones para tejer las hebras que unen la vida misma en nuevas formas, los Feromantes practican una forma mucho más limitada. Guiando su don hacia el interior, convierten su cuerpo en un horno químico, capaz de alterar la composición de cualquier compuesto que ingieran. Esto les permite crear nuevos compuestos, hormonas y feromonas a medida con un grado de precisión aterrador, mucho más allá de las limitadas capacidades de las cubas de crecimiento situadas en las profundidades de cada Espira. Aunque la creación de hormonas de crecimiento y compuestos nutritivos es fundamental para el desarrollo de las formas de vida más avanzadas del Spires, es en la batalla donde los feromantes brillan de verdad y su uso se hace evidente.
Basándose en exámenes post mortem, se ha llegado a la conclusión de que estas precisas manipulaciones químicas permiten al practicante elaborar órdenes feromónicas, impregnando la sangre de sus protegidos. Dichas órdenes atraviesan directamente los escasos instintos de autoconservación que estas creaciones han podido conservar. Esta comunicación química parece permitir a los feromantes dirigir las acciones de los zánganos inferiores que una Espira puede producir en la batalla, cuyas mentes simples y animales serían imposibles de controlar de otro modo.
Mediante estos métodos, un Feromante puede dar órdenes en el campo de batalla, señalando a las tropas enemigas para su exterminio, convirtiendo a tímidos zánganos en sanguinarios demonios e incluso obligando a sus tropas a marchar hasta que sus pies sean poco más que muñones ensangrentados. Si las habilidades de un Biomancer pueden compararse con una actuación virtuosa en el campo de batalla, adaptando las tropas al instante para contrarrestar al enemigo, los Pheromancers son los directores de orquesta, que utilizan su talento para guiar incluso al más salvaje de los zánganos, en una sinfonía de destrucción y matanza.
– "Precaución: Nepenthe" de Aldhelm Novak, extracto.