Entrenados en las artes del combate casi desde la infancia, los escuderos son una fuerza potente en el campo de batalla, aunque carezcan de la panoplia de un caballero de pleno derecho. Suelen ser los hijos más jóvenes de nobles terratenientes o burgueses adinerados, y sus armas y equipo están por encima de lo que cabría esperar. Muchas casas nobles han optado por alinear a sus escuderos en la batalla, recompensándoles generosamente por sus esfuerzos, calculando que su crianza, educación y entrenamiento son mucho más valiosos y fiables que la simple motivación mercenaria de un hombre de armas.