Aunque la Caída de Hazlia y la posterior aniquilación de la población de Capitas infundieron su poder a las mismas piedras de Capitas, en ningún lugar fue más evidente que en sus mayores templos. Aquí, la propia sangre de Hazlia rezumaba de las paredes, infundiendo a sus iconos y estatuas más sagrados una oscura parodia de vida. Las hermosas Cariátides que antaño rodeaban los temenos del gran templo han cobrado vida y, en una grotesca parodia de su propósito ritual, ahora cazan a todos los intrusos en los dominios de su dios. Sólo el más celoso y dedicado de los siervos de Hazlia puede esperar unir a estas impías creaciones en un propósito común para desatar su horror en el campo de batalla, donde los misiles creatide de sangre divina y puro rencor se burlan de la armadura y la carne mortales.
