
En las profundidades de los grandes templos de Capitas, se encontraba la Telestria, grandes salas en las que la gente se iniciaba en los misterios del culto de Hazlia. Rodeando estas salas ricamente decoradas, docenas y docenas de kanephors montaban guardia, portando la recompensa y los regalos que su señor entregaba a los nuevos iniciados de Hazlia. En una oscura parodia de su antiguo papel, estos terroríficos constructos animados pueden ser liberados en el campo de batalla para entregar el último regalo de su dios: La muerte.